Nicolás II de Rusia: el último zar, su reinado y la Revolución (1868–1918)
Nicolás II de Rusia (1868–1918): biografía del último zar, su frágil reinado, la influencia de Rasputin y el colapso monárquico en la Revolución de 1917.
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Nicolás II de Rusia (18 de mayo de 1868 - 17 de julio de 1918) fue el último zar (emperador) del Imperio ruso. Se convirtió en zar en 1894 tras la muerte de su padre, el zar Alejandro III, y reinó hasta la Revolución Rusa de 1917.
Vida personal y familia
Se casó con la princesa Alix de Hesse (más tarde conocida como la emperatriz Alejandra), nieta de la reina Victoria. Tuvieron cinco hijas y un hijo: Olga, Tatiana, María, Anastasia y Alexi. El príncipe heredero, Alexi, padecía hemofilia, enfermedad que marcó emocionalmente a la familia y que contribuyó a la dependencia de la emperatriz en la figura de Grigori Rasputin, a partir de 1905, pues creían que podía aliviar los ataques del niño.
Reinado y políticas
En los primeros años de su reinado Nicolás II mostró interés por la modernización económica del imperio, pero su autoridad personal limitada y la resistencia de la aristocracia frenaron reformas más profundas. Con ministros como Sergei Witte y Pyotr Stolypin se impulsaron políticas para acelerar la industrialización, fomentar la construcción de ferrocarriles, atraer inversiones extranjeras (especialmente vínculos con Francia), promover la educación y llevar a cabo la reforma agraria conocida como las reformas de Stolypin, que buscaban crear una clase de campesinos propietarios y productivos.
No obstante, esas iniciativas convivieron con una fuerte represión política: censura, detenciones, juicios sumarios y ejecuciones de opositores. Durante su reinado también ocurrieron episodios trágicos y controversias públicas, como la Tragedia de Khodynka (1896) durante las celebraciones coronaciónales, los repetidos ataques a los judíos rusos (pogromos) y la creciente impopularidad ligada a la influencia de Rasputín en la corte.
1904–1907: guerra con Japón, Domingo Sangriento y la Duma
La derrota en la guerra ruso-japonesa (1904–1905) debilitó seriamente la autoridad del régimen y exacerbó la crisis social. En enero de 1905, la masacre de manifestantes en el llamado Domingo Sangriento en San Petersburgo provocó huelgas y protestas generalizadas en todo el imperio. Nicolás II intentó calmar la situación concediendo reformas limitadas: el manifiesto del 17 de octubre de 1905 prometió libertades civiles y la creación de una asamblea representativa, la Duma. Sin embargo, la Duma tuvo poderes restringidos y la monarquía continuó ejerciendo control autoritario.
Rasputin y la crisis de la dinastía
La presencia de Grigori Rasputin en la corte —y la impresión de que influía en decisiones políticas, especialmente por su relación con la emperatriz a causa de la salud de Alexi— dañó la imagen pública de la familia imperial. Rasputin fue asesinado en 1916 por nobles que creían salvar la monarquía, pero el escándalo y las intrigas habían hecho ya mella en la legitimidad zarista.
Primera Guerra Mundial y caída de la monarquía
En 1914 Nicolás II implicó a Rusia en la Primera Guerra Mundial. La movilización inicial fue apoyada por muchos, pero los fracasos militares (grandes pérdidas en batallas como Tannenberg), la mala logística, las carencias de alimentos y materiales, y el aumento del número de muertos y heridos provocaron descontento masivo. El propio zar asumió el mando efectivo del ejército en 1915, lo que le hizo directamente responsable de las derrotas.
La combinación de la guerra, la crisis económica y la pérdida de confianza en la dinastía desembocó en la Revolución Rusa de febrero de 1917 (según el calendario juliano usado por Rusia, mes de marzo en el calendario gregoriano), cuando manifestaciones y huelgas en Petrogrado forzaron la abdicación de Nicolás II en marzo de 1917. Inicialmente abdicó en favor de su hermano, el Gran Duque Miguel, que rehusó aceptar el trono sin la aprobación de una asamblea constituyente, poniendo fin efectivo al gobierno zarista.
Detención, traslado y ejecución
Tras la abdicación, la familia fue puesta bajo arresto y vivió bajo diferentes regímenes de detención; finalmente fueron trasladados a la casa Ipatiev en Ekaterinburg. El 17 de julio de 1918, Nicolás II, su esposa y sus hijos fueron asesinados por un pelotón de fusilamiento por orden del gobierno bolchevique. El lugar exacto del asesinato fue el sótano de la llamada Casa Ipatiev; los cuerpos fueron enterrados clandestinamente en las cercanías y sometidos a intentos de ocultamiento y destrucción.
Descubrimiento de los restos y canonización
Tras el colapso de la URSS se localizó una fosa común cerca de Ekaterinburg: en 1991 se recuperaron restos atribuidos a la familia imperial y, en 1998, muchos de los huesos fueron trasladados a San Petersburgo para recibir sepultura en la Catedral de San Pedro y San Pablo. En 2007 se localizaron y recuperaron restos adicionales que se identificaron mediante pruebas de ADN. Los procesos forenses y los debates públicos sobre la identificación y el lugar de entierro se prolongaron durante años.
En cuanto a su reconocimiento religioso, la familia Romanov fue canonizada por la Iglesia Ortodoxa Rusa fuera de Rusia (ROCOR) en 1981. Posteriormente la Iglesia Ortodoxa Rusa en Moscú los proclamó santos (como “mártires” o “portadores de pasión”, según diferentes interpretaciones) en el año 2000, lo que generó tanto apoyo como controversia.
Legado
- El reinado de Nicolás II simboliza el fin de más de tres siglos de monarquía absoluta en Rusia y el tránsito hacia la era soviética.
- Sus intentos de modernización no estuvieron acompañados de reformas políticas profundas ni de una capacidad de liderazgo que resolviera las tensiones sociales crecientes.
- El periodo dejó un legado complejo: desarrollo industrial y económico parcial, fuerte represión política, crisis sociales y, finalmente, una radical transformación política con consecuencias globales.
En resumen, Nicolás II es una figura histórica marcada por la mezcla de intentos de modernización, debilidad en el ejercicio del poder, crisis internas y externas —incluida la catástrofe humana y política de la Primera Guerra Mundial— y por el trágico destino final de su familia, que sigue siendo objeto de intensos estudios, debates y disputas históricas y morales.
Preguntas y respuestas
P: ¿Quién fue Nicolás II de Rusia?
R: Nicolás II de Rusia fue el último zar (emperador) del Imperio ruso. Se convirtió en zar en 1894 tras la muerte de su padre, el zar Alejandro III y su reinado duró hasta la Revolución Rusa de 1917.
P: ¿Con quién se casó?
R: Se casó con la princesa Alix de Hesse, que era hija de la princesa Alicia del Reino Unido y nieta de la reina Victoria.
P: ¿Cuántos hijos tuvieron?
R: Tuvieron cinco hijos, Olga, Tatiana, Maria, Anastasia y Alexi.
P: ¿Qué enfermedad padecía Alexi?
R: Alexi padecía una enfermedad llamada hemofilia.
P: ¿Cuáles fueron algunos logros durante el reinado de Nicolás?
R: Durante su reinado, Nicolás intentó hacer que Rusia fuera más moderna fomentando el ferrocarril, la reforma agraria, la educación y el préstamo de dinero, así como promoviendo la amistad con Francia y el Reino Unido. Sin embargo, estos planes se vieron frenados por los nobles y por su débil liderazgo. También creó un parlamento (la Duma), pero no tenía mucho poder.
P: ¿Qué condujo a la caída de la monarquía en 1917?
R: La caída de la monarquía en 1917 fue causada por la pérdida de Rusia en una guerra con Japón combinada con las protestas del Domingo Sangriento contra su gobierno que quería un parlamento que tuviera más poder del que él les permitía tener, así como la ira por la influencia de Rasputín sobre él y los encarcelamientos/ejecuciones de los que se le oponían que condujeron a la Primera Guerra Mundial que fue mal para Rusia causando grandes dificultades que desembocaron en la revolución que le derrocó del poder.
P: ¿Nicolás II fue visto positiva o negativamente por los historiadores?
R:Los historiadores de la Unión Soviética a menudo describían a Nicolás II como un tirano mientras que los historiadores modernos lo ven como alguien que intentó hacer lo correcto para su país pero carecía de habilidades y se dejaba influenciar fácilmente por los malos consejos que le daban
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