Diabetes tipo 2: causas, síntomas, tratamiento y prevención

Descubre causas, síntomas, tratamiento y prevención de la diabetes tipo 2: guía práctica para controlar la glucosa, evitar complicaciones y mejorar tu salud hoy.

Autor: Leandro Alegsa

La diabetes mellitus tipo 2 (o diabetes del adulto) es un trastorno metabólico en el que se producen niveles elevados de azúcar en sangre. Si no se trata, puede provocar infartos, derrames cerebrales, ceguera e insuficiencia renal.

 

¿Qué es la diabetes tipo 2?

La diabetes tipo 2 es una enfermedad crónica caracterizada por resistencia a la insulina (las células del cuerpo responden menos a la insulina) y, con el tiempo, por una producción insuficiente de insulina por las células beta del páncreas. Esto provoca una acumulación de glucosa en la sangre que, si no se controla, daña órganos y vasos sanguíneos.

Causas y factores de riesgo

No hay una sola causa, sino una combinación de factores genéticos y ambientales. Entre los más importantes están:

  • Sobrepeso y obesidad: especialmente grasa abdominal.
  • Inactividad física: el ejercicio mejora la sensibilidad a la insulina.
  • Antecedentes familiares: tener padres o hermanos con diabetes aumenta el riesgo.
  • Edad: el riesgo aumenta con la edad, aunque cada vez hay más casos en adultos jóvenes.
  • Raza/etnia: algunas poblaciones presentan mayor predisposición.
  • Hipertensión y dislipidemia: contribuyen al riesgo cardiovascular asociado.
  • Historial de diabetes gestacional o síndrome de ovario poliquístico (SOP): aumentan la probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2.
  • Medicamentos o enfermedades: ciertos fármacos y condiciones endocrinas pueden elevar la glucosa.

Síntomas

La diabetes tipo 2 puede desarrollarse de forma lenta y, a veces, sin síntomas evidentes al principio. Cuando aparecen, los más frecuentes son:

  • Sed y hambre excesivas (polidipsia y polifagia).
  • Aumento de la frecuencia urinaria (poliuria).
  • Fatiga, falta de energía.
  • Visión borrosa.
  • Cicatrización lenta de heridas e infecciones recurrentes (urinarias, cutáneas).
  • Hormigueo, entumecimiento o dolor en manos y pies (neuropatía).
  • Pérdida de peso inexplicada en algunos casos.

Complicaciones

Si no se controla adecuadamente, la hiperglucemia crónica puede provocar daño en múltiples órganos:

  • Macrovasculares: infarto de miocardio y accidente cerebrovascular.
  • Microvasculares: retinopatía (puede llevar a ceguera), nefropatía (insuficiencia renal) y neuropatía periférica.
  • Úlceras y amputaciones por mala circulación y neuropatía en extremidades.
  • Mayor riesgo de infecciones y complicaciones en otros órganos.

Diagnóstico

El diagnóstico se realiza mediante análisis de sangre. Las pruebas más utilizadas y sus criterios generales son:

  • Glucemia en ayunas: ≥ 126 mg/dL en al menos dos ocasiones indica diabetes.
  • Hemoglobina glicosilada (HbA1c): ≥ 6.5% sugiere diabetes.
  • Prueba de tolerancia oral a la glucosa (OGTT) a las 2 horas: ≥ 200 mg/dL confirma diabetes.

Su médico elegirá la prueba más adecuada según el contexto clínico. También se realizan pruebas para evaluar complicaciones (función renal, fondo de ojo, examen de pies, lípidos sanguíneos).

Tratamiento

El objetivo del tratamiento es mantener los niveles de glucosa lo más próximos posible a lo normal, reducir el riesgo de complicaciones y mejorar la calidad de vida. Incluye:

  • Modificaciones en el estilo de vida: dieta equilibrada, reducción de peso si es necesario y aumento de la actividad física (al menos 150 minutos semanales de ejercicio moderado).
  • Educación diabetológica: aprender a controlar la alimentación, la actividad y la medición de glucosa.
  • Medicamentos orales: metformina es el fármaco de primera elección en la mayoría de los casos; otros incluyen inhibidores de SGLT2, agonistas del receptor GLP-1, inhibidores de DPP-4, sulfonilureas y tiazolidinedionas, según el perfil del paciente.
  • Insulina: puede ser necesaria cuando la glucosa no se controla con otros fármacos o en situaciones agudas.
  • Tratamiento de factores de riesgo cardiovascular: control de la presión arterial, de los lípidos y cesación del tabaquismo; a menudo se recomiendan estatinas y antihipertensivos según el riesgo.
  • Monitorización: automedición de glucosa capilar o sistemas continuos de monitorización en pacientes seleccionados.

Prevención

La diabetes tipo 2 puede prevenirse o retrasarse en muchas personas con medidas de estilo de vida:

  • Adoptar una dieta rica en verduras, frutas, cereales integrales y baja en azúcares añadidos y grasas saturadas.
  • Mantener un peso saludable; perder un 5–10% del peso corporal reduce significativamente el riesgo.
  • Realizar actividad física regular (ej. caminar, nadar, bicicleta) — al menos 150 minutos a la semana.
  • Evitar el tabaquismo y limitar el consumo de alcohol.
  • Controlar la presión arterial y los lípidos mediante dieta, ejercicio y fármacos cuando sea necesario.
  • Realizar cribados periódicos si existen factores de riesgo (obesidad, antecedentes familiares, historial de diabetes gestacional).

Autocuidado y seguimiento

  • Aprender a reconocer hiperglucemia e hipoglucemia y cómo actuar ante ellas.
  • Controlar regularmente el peso, la presión arterial y los niveles de glucosa según indicación médica.
  • Revisiones periódicas para detectar complicaciones: examen de fondo de ojo, análisis de orina/creatinina, evaluación de pies y control de lípidos.
  • Vacunaciones recomendadas: gripe anual, neumococo y, en adultos elegibles, vacuna contra el herpes zóster.

Cuándo acudir al médico

  • Si tiene síntomas persistentes de diabetes (sed intensa, pérdida de peso inexplicada, micción frecuente, visión borrosa).
  • Si tiene factores de riesgo y no se ha realizado cribado recientemente.
  • Si presenta heridas que no cicatrizan, signos de infección, dolor o entumecimiento en pies.
  • Si los valores de glucosa o HbA1c están fuera de objetivo a pesar del tratamiento.

La diabetes tipo 2 es una enfermedad manejable. Con diagnóstico precoz, cambios en el estilo de vida, tratamiento médico adecuado y seguimiento regular, muchas personas mantienen una buena calidad de vida y reducen considerablemente el riesgo de complicaciones.

Causa

Normalmente, los niveles de azúcar en sangre se regulan mediante la insulina, pero en la diabetes de tipo 2 esto no funciona correctamente. La insulina es una hormona que indica a las células musculares y adiposas del cuerpo que tomen el azúcar de la sangre. Si hay demasiado azúcar en la sangre durante un largo periodo de tiempo, los músculos y las células grasas empiezan a ignorar la insulina. En consecuencia, el azúcar permanece en la sangre y no se absorbe, lo que provoca un nivel elevado de azúcar en la sangre.

Esta situación es diferente de la diabetes mellitus de tipo 1. En este caso, las células de los islotes, que fabrican la insulina en el páncreas, han sido destruidas por el organismo y, por tanto, no hay insulina. La diabetes de tipo 1 suele darse en niños o adultos jóvenes, mientras que la diabetes de tipo 2 suele darse en personas mayores. Sin embargo, recientemente la obesidad infantil ha hecho que algunos adultos jóvenes y adolescentes desarrollen diabetes de tipo 2. La diabetes de tipo 2 representa alrededor del 90% de los casos de diabetes, mientras que la diabetes de tipo 1 y otros tipos de diabetes constituyen el 10% restante.

La diabetes de tipo 2 es el resultado tanto de la genética como del estilo de vida. Las personas que tienen familiares con diabetes de tipo 2 tienen un riesgo mayor. Pueden desarrollar diabetes si tienen otros factores de riesgo en su estilo de vida, por ejemplo, la obesidad o la escasa cantidad de ejercicio.

 

Complicaciones

Una diabetes mal controlada puede provocar infartos, derrames cerebrales, ceguera e insuficiencia renal.

 

Tratamiento

La diabetes de tipo 2 puede tratarse a menudo con sólo perder peso y hacer más ejercicio, ya que esto aumenta la sensibilidad del cuerpo a la insulina. A menudo se prescribe un medicamento llamado Metformina, que actúa ayudando a las células grasas y musculares del cuerpo a escuchar la señal de la insulina para captar el azúcar de la sangre.

 


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