Tarantela: definición, origen y mito de la araña en la danza italiana
La tarantela es una danza popular italiana de tempo rápido y compás característico de 6/8 (a veces interpretada en 12/8). Su nombre procede de la ciudad de Taranto, en Italia. Tradicionalmente se acompaña con instrumentos como el tamburello (pandereta), violín, mandolina, acordeón y guitarra; el ritmo es vibrante, con acentos que impulsan giros, saltos y pasos rápidos en pareja o en grupo.
Origen y contexto histórico
La tarantela tiene raíces folclóricas profundas en el sur de Italia, especialmente en Puglia y la región de Salento. Aunque hoy se asocia con celebraciones y bodas, en el pasado también tuvo un papel ritual: se cantaba y tocaba en contextos comunitarios donde la música servía para movilizar la energía colectiva y restaurar el equilibrio social tras episodios de alarma o crisis.
Mito y fenómeno del tarantismo
Durante siglos existió la creencia de que si alguien era picado por una araña tarántula tenía que hacer este baile para expulsar el veneno. A la persona afectada —según las crónicas— le sobrevenía un estado de agitación, convulsiones o “fiebre” que sólo cediía con música y danza continuadas. Este cuadro popular se conoce como tarantismo o tarantella (en sentido ritual): un trastorno social y cultural en el que la música funcionaba como terapia colectiva.
Hoy los investigadores sostienen que la especie comúnmente implicada, la araña Lycosa tarantula, tiene un veneno poco potente para los humanos y que muchos síntomas tenían un componente psicológico o social. La interpretación dominante es que el tarantismo fue tanto una respuesta somática a tensiones como una forma de ritual terapéutico: músicos profesionales y comunidades enteras participaban en sesiones de curación musical, estimulando a la persona a bailar hasta lograr el “alivio”.
Aspectos sociales y religiosos
Algunas personas piensan que tal vez quienes practicaban la tarantela nunca creyeron realmente en la eficacia de la mordedura, sino que la historia servía de excusa para bailar en una época en la que la iglesia y ciertas normas sociales limitaban y vigilaban los espacios de diversión. Sea como fuere, la danza ofrecía un espacio de expresión corporal y sociabilidad que, en ocasiones, contravenía normas formales.
Música y compositores
Por su carácter rítmico y vivaz, a muchos compositores les gustó escribir piezas tituladas “Tarantella” o inspiradas en su ritmo popular. Mendelssohn escribió una como último movimiento de su Sinfonía nº 4 (la italiana), manteniendo el carácter saltante y festivo. Chopin compuso una Tarantela en La bemol mayor, Op. 43, y Liszt también recogió el ritmo en piezas virtuosísticas. Además, muchos arreglos y transcripciones para piano, orquesta y conjuntos de cámara llevaron la energía de la tarantela a los salones europeos del siglo XIX.
Variantes regionales y supervivencia moderna
Existen variantes regionales: la tarantella napoletana (Nápoles), la tarantella del Gargano y la pizzica del Salento, que conserva rituales y ritmos relacionados con el tarantismo. En la actualidad la tarantela vive una fuerte revitalización: festivales, escuelas de danza y grupos de música folk la mantienen activa. Un ejemplo cultural destacado es “La Notte della Taranta” en Puglia, un festival que reúne músicos tradicionales y modernos y atrae a miles de asistentes cada año.
Baile y vestuario
El baile se caracteriza por pasos ágiles, giros y saltos; en la versión folklórica los trajes suelen ser coloridos: las mujeres usan faldas amplias que acentúan el giro, los hombres visten con pantalones y chalecos acorde a la tradición local. El uso del tamburello es central: marca el pulso y facilita la interacción entre bailarines y músicos.
En resumen, la tarantela es mucho más que una leyenda sobre una araña: es una forma musical y dancística con fuerte arraigo social e histórico, que ha pasado de rituales comunitarios y creencias populares a festivales, conciertos y repertorios clásicos y contemporáneos.
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