Enrique IV del Sacro Imperio Romano Germánico: biografía y investiduras

Enrique IV (1050-1106) fue rey de Alemania desde 1056 y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico desde 1084 hasta que se vio obligado a dimitir en 1105. Fue el tercer emperador de la dinastía salina y una de las figuras más interesantes e importantes del siglo XI. Su reinado estuvo marcado por la Controversia de las Investiduras con el Papado y varias guerras civiles con los pretendientes al trono en Italia y Alemania.

Biografía y primeros años

Enrique nació en 1050, hijo de Enrique III y de la emperatriz Inés de Poitou. A la muerte de su padre en 1056 fue proclamado rey de Alemania siendo todavía niño, por lo que su madre ejerció la regencia durante su minoría de edad. La tutela de Inés se apoyó en las facciones de la alta nobleza, lo que dejó a Enrique en una posición delicada frente a los grandes señores del reino.

Al asumir personalmente el gobierno alrededor de 1062, Enrique tuvo que hacer frente a revueltas de príncipes y a problemas recurrentes en la región sajona. Desde el principio de su reinado mostró una fuerte determinación por mantener la preeminencia real sobre la Iglesia y la nobleza, postura que acabaría chocando con las reformas eclesiásticas promovidas desde Roma.

La Controversia de las Investiduras

La gran cuestión que marcó su reinado fue la llamada Controversia de las Investiduras, conflicto político y religioso sobre quién tenía la autoridad para nombrar obispos y abades: el rey (con intereses territoriales y administrativos) o el Papa (con la voluntad de reformar la Iglesia y limitar la simonía y la influencia laica).

Con la llegada del papa Gregorio VII (Hildebrando de Soana), las reformas papales chocaron frontalmente con las prácticas imperiales. Tras una escalada de tensiones, Gregorio emitió medidas contra la investidura laica y en 1076 excomulgó a Enrique. La situación política dentro del reino se deterioró: varios magnates aprovecharon la excomunión para declarar a Enrique depuesto y elegir a un rival.

En enero de 1077, en un gesto dramático y simbólico, Enrique realizó la célebre peregrinación a Canossa para pedir la absolución del papa Gregorio VII. Tras permanecer tres días en la nieve implorando perdón, obtuvo la revocación temporal de la excomunión. Sin embargo, la reconciliación no zanjó el conflicto: estallaron guerras civiles en Alemania, se eligieron reyes rivales (como Rudolf de Suabia) y la lucha por la legitimidad continuó.

En 1080 Gregorio VII volvió a excomulgar a Enrique, que respondió nombrando a un antipapa, Clemente III (Wibert de Rávena). En 1084 Enrique logró entrar en Roma con sus tropas y fue coronado emperador por Clemente III, pero la toma de la ciudad fue efímera y el papeado legítimo seguía resistiendo. El conflicto entre el poder imperial y la reforma papal marcó la política europea durante décadas.

Guerras internas, matrimonios y última etapa

El reinado de Enrique estuvo salpicado por sucesivas revueltas de los grandes señores, sobre todo de los príncipes alemanes y de la nobleza sajona, que exigían autonomía frente al poder central. Enrique contrajo matrimonio con Berta de Saboya (Bertha), con quien tuvo varios hijos, entre ellos el que sería su sucesor, el futuro Enrique V. Más tarde contrajo matrimonio con Eufrasia de Kiev (Adelheid/Eupraxia), cuyo testimonio público contra el emperador añadió más escándalo y rechazo en ciertos círculos.

Ya en el siglo XI tardío la posición de Enrique se fue debilitando progresivamente. Su hijo Enrique V, alentado por la nobleza y por la postura antirreal, se sublevó contra su padre. En 1105–1106 la rebelión de Enrique V culminó con la captura y la abdicación forzada de Enrique IV. El antiguo emperador murió al año siguiente, en 1106, en circunstancias penosas y alejado del poder (falleció en la región de Lieja, en la actual Bélgica).

Legado

  • La política de Enrique IV consolidó la crisis entre el poder laico y la autoridad papal y mostró hasta qué punto el control de los nombramientos eclesiásticos era una cuestión de poder político.
  • Su confrontación con Gregorio VII anticipó la larga resolución del conflicto: el Concordato de Worms (1122), alcanzado tras décadas de lucha, fijó un compromiso entre Iglesia y monarquías que limitó la investidura laica.
  • A nivel interno, el reinado de Enrique debilitó la autoridad central del emperador y reforzó la posición de los príncipes territoriales, tendencia que caracterizaría la política alemana durante los siglos posteriores.
  • Históricamente, Enrique IV es figura polémica: a menudo retratado como un monarca tenaz pero también autoritario y dividido entre demandas dinásticas y exigencias religiosas; su vida refleja las tensiones fundamentales de la Europa medieval entre Iglesia y Estado.

En suma, Enrique IV fue un gobernante que intentó mantener la tradición imperial frente a los cambios impulsados por la reforma de la Iglesia, y cuyo reinado dejó huella en la configuración política y religiosa de la alta Edad Media.

Biografía

Enrique era el hijo mayor del emperador Enrique III, de su segunda esposa Inés de Poitou, y probablemente nació en el palacio real de Goslar. Cuando Enrique III murió inesperadamente en 1056, Enrique IV, de seis años, se convirtió en rey sin problemas. La emperatriz Inés actuó como regente y el papa alemán Víctor II fue nombrado su consejero.

A diferencia de Enrique III, Inés no pudo influir en la elección de los nuevos papas, Esteban IX y Nicolás II. Estos papas colaboraron con los normandos del sur de Italia. Pero el primer gran problema comenzó cuando Nicolás reclamó influencia en la elección de Alemania.

Polémica de investidura

Gregorio VII, un monje reformista, fue elegido Papa en 1073. En ese momento comenzó la controversia entre el emperador y el papa.

En las altas esferas del clero alemán, Gregorio tenía muchos enemigos. Por ello, el rey Enrique declaró que Gregorio ya no era papa y que los romanos debían elegir un nuevo papa[1] Cuando Gregorio se enteró de esto, excomulgó a Enrique IV, declaró que ya no era emperador y anuló los juramentos que el pueblo había hecho al rey Enrique.

La excomunión del rey causó una profunda impresión tanto en Alemania como en Italia. Treinta años antes, Enrique III había depuesto a tres papas, pero cuando Enrique IV intentó copiar este procedimiento, no contó con el apoyo del pueblo. Los sajones iniciaron una segunda rebelión y el partido antirrealista se hizo más fuerte.

A Canossa

La situación se volvió ahora extremadamente crítica para Enrique. Estaba claro que a cualquier precio tenía que conseguir la absolución de Gregorio. Al principio lo intentó mediante una embajada, pero cuando Gregorio la rechazó, se dirigió a Italia en persona.

El Papa ya había abandonado Roma. Enrique intentó forzar al papa a concederle la absolución haciendo penitencia ante él en Canossa, donde Gregorio se encontraba. Para un cristiano parecía imposible negar a un penitente la reentrada en la iglesia, y por ello Gregorio retiró la prohibición. Pero se produjo un nuevo conflicto porque Enrique IV pensó que el fin de la excomunión significaba que volvía a ser rey. Pero Gregorio no decidió eso.

Segunda excomunión de Enrique

Los nobles alemanes rebeldes aprovecharon la excomunión de Enrique para instaurar un rey rival, el duque Rodolfo de Suabia (Forchheim, marzo de 1077). Al principio, Gregorio pareció ser neutral porque las dos partes (emperador y rebeldes) tenían una fuerza bastante igual. Pero finalmente decidió apoyar a Rodolfo de Suabia tras su victoria en Flarchheim (27 de enero de 1080) y declaró la excomunión y deposición del rey Enrique de nuevo (7 de marzo de 1080).

Esto fue ampliamente considerado como una injusticia. Cuando Rodolfo de Suabia murió el 16 de octubre del mismo año, Enrique comenzó a luchar para ser rey. En 1081 abrió el conflicto contra Gregorio en Italia. Gregorio se había vuelto menos poderoso, y trece cardenales dejaron de apoyarlo. Roma se rindió al rey alemán, y Guiberto de Rávena fue entronizado como Clemente III (24 de marzo de 1084). Enrique fue coronado emperador por su rival, mientras que el propio Gregorio tuvo que huir de Roma en compañía de su "vasallo" normando, Roberto Guiscard.

Matrimonios

La esposa de Enrique, Bertha, murió el 27 de diciembre de 1087. También fue enterrada en la Catedral de Espira. Sus hijos fueron:

  1. Inés de Alemania (nacida en 1072), casada con Federico I de Staufen, duque de Suabia.
  2. Conrado (12 de febrero de 1074 - 27 de julio de 1101)
  3. Adelaida, murió en la infancia
  4. Henry, murió en la infancia
  5. Enrique V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico

Árbol genealógico

Familiares de Enrique IV, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico

16. Otto I, duque de Carintia

8. Enrique de Espira

17. Judith de Baviera

4. Conrado II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico

18. 18. Ricardo, Conde de Metzor
19. Gerhard de Metz

9. Adelaida de Metz

2. Enrique III, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico

20. Conrado I, duque de Suabia

10. Herman II, duque de Suabia

21. Richlind de Sajonia

5. Gisela de Suabia

22. Conrado de Borgoña

11. Gerberga de Borgoña

23. 23. Matilde de Francia

1. Enrique IV, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico

24. Guillermo III, duque de Aquitania

12. Guillermo IV, duque de Aquitania

25. Adela de Normandía

6. Guillermo V, duque de Aquitania

26. Teobaldo I de Blois

13. Emma de Blois

27. Luitgarde de Vermandois

3. Inés de Poitou

28. Adalberto de Italia

14. Otto-William, Conde de Borgoña

29. Gerberga de Mâcon

7. Inés de Borgoña

30. Renaud de Reims y Roucy

15. Ermentrude de Roucy

31. Albérade de Hennegau


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